sábado, 2 de mayo de 2015

360 historias zodiacales: 2

Había una vez un Sagitario transitando:

La noche oscura del alma

Este era un Sagitario de esos que siempre la suerte le había sonreído, el tipo de hombre que no había tenido que esforzarse por nada en la vida, nació en cuna de oro, el dinero le sobraba desde antes de haber nacido, popularidad, abundancia, respeto, su vida era un arco iris.
Cuando llego a los 50 años todos cambio, los negocios no le resultaban, ya no tenia tanto éxito con las mujeres, después de ser un tipo alegre empezó a caer en depresión.
Llego a mi creyéndose victima de una gran maldición, desde su visión solo una gran brujería seria la causa de su malestar. Para sorpresa de el, su mala suerte era producto del aprendizaje que la vida, el destino, los astros, dios o como lo quieran llamar le ponían ahora en su camino, no habría remedio mágico capaz de sacarlo de semejante bache, era tiempo de ponerse a trabajar en forma, de remar, de ser estratégico, de usar la brújula, el reloj, de saber tomar decisiones.
Este era un camino completamente nuevo y desconocido para el, como muchos sagitarios asumen que las cosas se deben a factores externos, les cuesta mucho adueñarse de los procesos sobre todo cuando se ha transitado por la vida con tan buena suerte.

Ayúdame no puedo solo-me dijo-
Siempre has podido, la luz siempre estuvo afuera, ahora tienes que buscarla adentro -le respondí-

Es muy común que el hombre Sagitario la pase muy mal cuando vienen estos periodos críticos, la bien llamada pero incomprendida "oscuridad del alma".
Hay momentos en la vida donde simplemente pareciera que la suerte nos abandona, pero no para castigarnos, si no para despertar la llama interna, el poder que reside en nosotros y que nos lleva a trascender rasgandonos las vestiduras.

A oscuras y segura,
por la secreta escala disfrazada,
¡Oh dichosa ventura!,
a oscuras y en celada,
estando ya mi casa sosegada.


En la noche dichosa
en secreto, que nadie me veía,
ni yo miraba cosa,
sin otra luz y guía
sino la que en el corazón ardía.

 Aquésta me guiaba
más cierto que la luz del mediodía,
adonde me esperaba
quien yo bien me sabía,
en parte donde nadie parecía.


Fragmento del poema titulado "La noche oscura" de San Juan de la Cruz



Fraternalmente Hilde Hellson

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